lunes, 13 de abril de 2020

EL DIALOGO INTERIOR





«Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así pues, nuestro hombre decide pedirle al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: “¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y si el hombre abriga algo contra mí, ¿qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se le habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo”. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir “Buenos días”, nuestro hombre le grita furioso: “¡Quédese usted con su martillo, so penco!”»
EL ARTE DE AMARGARSE LA VIDA. Paul Watzlawick
Actualmente, los científicos mantienen que pasan por nuestra mente una media de 60.000 pensamientos al día y que la mayoría se refieren al pasado, son repetitivos y negativos. Sin embargo, no somos conscientes de la mayoría de ellos. Además, como hemos visto reflejado en la historia del comienzo, determinan nuestras emociones y consecuentemente nuestras acciones. De este modo, el proceso emocional sería así:

Si lo relacionamos con la historia, el acontecimiento desencadenante sería la necesidad de un martillo para poder colgar el cuadro. En la interpretación de la situación, el hombre se pregunta: "¿y si no quiere prestármelo?" y este pensamiento desencadena en él una serie de respuestas fisiológicas: aceleración cardíaca, aumento de la presión arterial, respiración más superficial...; emociones de miedo y rabia; lo que hace que siga teniendo pensamientos de la misma índole y reaccione de la manera que lo hizo, gritando al vecino que no sabía de qué iba la historia. ¿Cómo se hubiera desarrollado la historia si nuestro hombre hubiera pensado "¡seguro que me lo deja!".
Los pensamientos o la interpretación de los hechos, están influenciados por nuestra personalidad, nuestra educación, las experiencias pasadas, el núcleo familiar, el estado emocional previo, etc.


En esta entrevista a David del Rosario, puedes profundizar más https://www.cuerpomente.com/nos-inspiran/entrevista-david-del-rosario-sentimos-lo-que-pensamos_5988
Esto nos lleva a reflexionar ¿qué nos decimos? ¿qué pensamientos pasan por nuestra mente? ¿son optimistas, esperanzadores o por el contrario son negativos, quejosos? 
Te invito a que observes tu dialogo interior. Simplemente observar. No hace falta que cambies nada (de momento).
Y para ello, participa y cuéntame, ¿Alguna vez te ha ocurrido algo similar al hombre del martillo?



5 comentarios:

  1. Buenos días, pues si que me ha pasado alguna vez, claro que sí, pues nos adelantamos a los acontecimientos, y nos creamos nuestra propia película. Y otras veces por miedo, u orgullo sin saber su respuesta no nos hemos atrevido a pedirlo.

    v

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  2. Saludos Begoña lo intento de nuevo

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  3. Mi comentario,.Respecto al tema martillo supongo que me sucede a menudo, sobre todo con la familia cuando veo un gesto estraño yo lo puedo interpretar como enfado por algo que no entiendo ,me duele mientras le busco el motivo,yme puedo comer el coco a lo tonto, hasta que me decido a preguntar o me dispongo a aclarar el tema, pero muchas veces el orgullo no me deja actuar de la manera más inteligente que es escuchar antes de juzgar, Y te digo que en el curso estoy aprendiendo, GRACIAS

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  4. Hola Begoña, mientras leía la historia no sentía q m hubiera pasado esa situación pq yo le hubiera preguntado directamente,suelo pensar el no ya lo tengo, pero sin embargo cuando Lucía ha puesto el ejemplo d la familia, ahí,si q puedo decir q m ha pasado.
    Gracias

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